A Blanca Manchón el confinamiento le ha pillado en El Puerto de Santa María con toda su familia: su marido, su hijo y sus padres. Tan solo falta su hermano Curro, que le pilló trabajando en Sevilla, para que estuviera la familia al completo.

“Saliendo Australia fue cuando me enteré de todo lo que estaba pasando. Como nos quedamos unos días de vacaciones después del Mundial, la doctora de la federación me dio unas mascarillas para los incendios. Al final allí no las usamos y las acabamos utilizando en el viaje de vuelta para el coronavirus. Fue surrealista”.

“Llegamos a Sevilla y aquél fin de semana teníamos un entrenamiento programado en El Puerto de Santa María, y justo al día siguiente estando aquí nos confinaron”, explica Blanca.

La bahía de Cádiz es donde empezó a navegar, fue por tradición familiar, ya que su familia no puede concebir la vida sin una tabla de windsurf. Estando en El Puerto no puede gozar de la navegación, pero al menos sí disfrutar de la brisa marina.

En parte, la sevillana se siente una privilegiada: “En casa de mis padres tenemos piscina, jardín y un garaje transformado en gimnasio; con lo que no me puedo quejar, porque en Sevilla en un piso sería imposible entrenar al aire libre como puedo hacerlo ahora”. Lo que peor lleva del confinamiento “es no poder meterme en el mar, esto me afecta, pero seguro que cuando pueda lo cogeré con más ganas”.

Manchón está conciliando la vida familiar con los entrenamientos: “Tengo un niño de tres años, con lo que con eso solo ya no te aburres, pero estoy acompañado por mi familia. Mi padre tiene 73 años y sigue haciendo windsurf, pero como es asmático como yo, y tiene problemas cardiovasculares somos factor de riesgo y tenemos que cuidarnos más si cabe, sin salir para nada. También tener a mi madre es un lujo, y mi marido es el que se encarga de ir a la compra”. En cuanto a la preparación deportiva: “Me faltan horas en el día, entre el niño, el trabajo de mi empresa y los entrenamientos estoy más ocupada que nunca”.

El entrenamiento más curioso es hacerlo con la tabla en la piscina: “En el último momento pudimos recoger el material que teníamos en Puerto Sherry, y lo que hacemos es atar la tabla en la piscina por los extremos y así puedo remar y que no se me quiten los callos de las manos. Es como si estuviéramos en una situación de poco viento”.

La andaluza fue la primera seleccionada del equipo español de vela para Tokio 2020. También es de las que cree que el aplazamiento de los Juegos ha sido acertado: “Las circunstancias han hecho que sea así y hay que aceptarlo porque es lo mejor para todo el mundo. Todos hubiéramos preferido haberlos disputado en 2020, pero viéndolo para el lado positivo, ahora tengo un año más para prepárame e intentar luchar por las medallas. Hay deportes como la natación que sí lo están sufriendo mucho más”. Y acaba diciendo sobre esta situación que estamos viviendo  que “mi hijo la estudiará en los libros de Historia.”

Artículo publicado en Mundo Deportivo en la serie ‘Sueños Aplazados’

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